Jueves 2 de mayo de 2024
Ayer fue un Día extraño y contradictorio las calles se llenaron de pancartas con sindicatos y trabajadores perfectamente cabreados y divididos detrás, que celebraban la Fiesta del Trabajo pero nadie lo mencionaba. Solo se pedía más salario y menos trabajo. Quedaban olvidadas la productividad y la competitividad, como si estás no fueran los pilares de un trabajo bien remunerado.
Decía Eduardo Galeano que “Ya los barcos negreros no cruzan el océano. Ahora los traficantes de esclavos operan desde el Ministerio de Trabajo. Salarios africanos, precios europeos”. Hoy en día, esos barcos son los bancos y las empresas energéticas, cuyos ejecutivos ven subir sus sueldos en ascensor, (por cierto, ¿por qué los sueldos siempre son más altos que los salarios?) mientras los de los empleados suben por la escalera de servicio.
Si el objetivo es trabajar menos y ganar más, lo óptimo se alcanzará cuando no se trabaje nada y se cobre por ello. Esa maravilla se llama paro. Bueno, en tal Día como el de ayer, viene a cuento el refrán japonés que nos dice que “solo en la actividad desearás vivir cien años”. Pero están los sindicatos, esos eternos descontentos que me recuerdan a Netanyahu: cuanto más dure el conflicto más durará en el poder.
El conflicto es el camino sindical. En fin, ¿Por qué será que el revolucionario puño en alto se convierte cada día más en mano abierta para pedir?
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