Jueves 9 de mayo de 2024
Le hago caso a un buen amigo que me envía esta reflexión y como coincido en su argumentación y en lo escrito en La Vanguardia, hago mía la reflexión. Estamos muy necesitados de humildad política.
“Hola Iñaki. Ahora que andamos con un nuevo período político en Euskadi te envío este breve artículo de La Vanguardia de hoy. El autor es un reconocido analista y consultor político.
A mí me ha gustado mucho porque se defiende con claridad y contundencia la importancia fundamental de la HUMILDAD para hacer una buena política y vale también para Euskadi. Tanto la política desde el Gobierno como desde los Partidos.
De nuevo la evidencia de la relación entre Desarrollo Interior Personal y Política, con mayúscula. No en vano LA HUMILDAD es la tercera cualidad de la Dimensión u Objetivo RELACIONARSE de los OBJETIVOS DE DESARROLLO INTERIOR del marco IDG-ODIs, movimiento internacional del que te puedes informar en su página web inner development goals.
En definitiva esta visión es muy antigua en la humanidad al menos desde Confucio, que fue un gran maestro sobre las virtudes para un buen gobierno. Su sabio consejo es que trabajemos la calidad y las virtudes de las personas para llevar a cabo una buena política y gobierno del País.
Espero que te guste.
La Vanguardia 07.05.2024
Humildad
La política es –o debería ser– un ejercicio de humildad. Los resultados electorales, por ejemplo, tanto en la victoria como en la derrota exigen actuar con moderación y cautela. Se necesita para sumar aliados o para reconocer errores y el veredicto del electorado. También para la gestión: casi nunca se tiene poder suficiente y hay que alcanzar alianzas y acuerdos públicos y privados para una mínima eficacia pública.
Los límites del poder son una lección permanente de humildad. Y, finalmente, hay que aceptar que la ciudadanía puede no reconocer sacrificios personales o medidas políticas. Los electores somos insaciables y, a veces, desagradecidos –incluso injustos– y eso provoca frustración mal disimulada en nuestros dirigentes. La humildad es antídoto y remedio.
La humildad en la victoria es, quizás, la más difícil. Los líderes tienden a atribuirse el resultado como una elección volitiva, como una verdadera preferencia, desconociendo que, muchas veces, votamos por descarte, por la menor peor opción, por la coyuntura, por la percepción de final o inicio de ciclo político o por una transferencia de voto puntual para resolver un nudo o un impás político. Incluso votamos con opciones múltiples, según la elección. Y luego, también, están los intereses de los electores que votan con expectativas, no como premio sino como castigo. Es decir, los votos decisivos no son mérito propio, sino desmérito de otros.
Todo ello exige una mirada prudente y fría a los resultados, que son más un préstamo que un aval. Los dirigentes que saben interpretar los resultados como un mandato polisémico y no como un aplauso incondicional ejercitan su liderazgo con la dosis necesaria de humildad para convocar, sumar y generar opciones, también para los perdedores. La humildad es generosa o entiende bien las necesidades de los derrotados. Y eso siempre contribuye a la cooperación necesaria.”
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