Miércoles 10 de julio de 2024
El 24 de junio de 1939, hace 85 años, un grupo de 82 exiliados vascos partían del Puerto de Le Havre en Francia, a bordo del Paquebote "Cuba", hacia Venezuela.
Pedro Arriaga nos lo recuerda desde Venezuela porque conviene no olvidar que los vascos tuvimos que emigrar e ir al exilio. En este caso era un exilio producto de una guerra de invasión fascista golpeando a toda la población. Y Venezuela fue uno de los destinos fundamentalmente de familias del EAJ-PNV y de ANV. Llama la atención de estas fotos lo elegantes que estaban. Les habían quitado absolutamente todo y vivían con lo justo, pero que no se dijera que eran unos andrajosos.
Este grupo de exiliados veníia amparado bajo un convenio entre el Gobierno Vasco en el exilio y el Gobierno venezolano del entonces Presidente Eleazar López Contreras, quien siguiendo las sugerencias de múltiples intelectuales venezolanos vio en nuestro pueblo vasco la oportunidad de traer personas honradas y trabajadoras para ayudar a Venezuela en su futuro crecimiento.
Durante varios años muchos refugiados vascos fueron llegando a Iparralde u otras partes de Francia, huyendo de los desmanes de la Guerra Civil, escapados por su condición de gudaris o políticos vascos. De ese gran contingente de refugiados vascos fue que el Gobierno Vasco en el exilio, desde Paris, decidió ir escogiendo quienes serían los que integrarían los diferentes grupos de exiliados basados en las solicitudes de ellos y de las exigencias del Gobierno de Venezuela, entre las cuales una de las principales era que no fueran Comunistas. En Venezuela un grupo de la derecha venezolana decía que Franco había ganado la guerra contra el comunismo pero que los vascos, mayoritariamente católicos, habían luchado con los comunistas. Y aquello creaba mucha oposición.
En Paris fueron reunidos para explicarles las características del acuerdo y fijar las condiciones del mismo, para que cada familia exiliada firmara su compromiso.
De ahí viajaron en tren hasta el puerto de Le Havre donde les esperaba el Cónsul de Venezuela, que conversaría con ellos así como los controles finales de Aduana
El viaje se inició con mucha ilusión, esperanza, pero también angustia y tristeza, ya que dejaban atrás su patria, sus familias, en fin su vida y tomaban camino para una nueva vida absolutamente desconocida.
Como es costumbre entre nosotros los vascos, la música del txistu y el tamboril nos acompañan en todos nuestros momentos más importantes, y en esta ocasión no faltó la interpretación del Agur Jaunak por parte de Segundo de Atxurra en el momento de ir a abordar el barco que los llevaría a Venezuela, y de esta forma le daban un sentido adiós a su Tierra, su casa, su familia, sabiendo que muchos de ellos nunca volverían.
Poco a poco fueron subiendo al barco, los más jóvenes emocionados por el viaje y la aventura, los mayores tristes y melancólicos, pero conocedores que se les abría un mundo de oportunidades y lo más importante era el viaje hacia la libertad.
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