Miércoles 30 de abril de 2025
No es muy grande el batzoki de Gros pero estaba lleno cuando el martes presentamos Xosé Estévez y yo el librito que recoge el homenaje que el Gobierno Vasco en el exilio tributó en la sede de la Delegación Vasca de Paris, el homenaje a Alfonso R. Castelao al mes de su fallecimiento en Buenos Aires en enero de 1950. La anfitriona que nos dio la palabra fue Esti Iturbe presidenta de la Organización Municipal, muy amable.
Se conmemora este año el 75 aniversario de la muerte de Castelao en el exilio y con esta pequeña publicación hemos querido destacar la relación de amistad tan profunda entre Castelao y los políticos vascos del exilio en aquella sede incautada al año siguiente por el gobierno francés y entregada a la dictadura franquista a cuenta de una sentencia del Tribunal del Sena, ejecutada en plena ocupación alemana de la Gestapo en agosto de 1943. Y todavía hay gentes que reivindican semejante barbaridad.
Xosé Estévez destacó con cartas y documentos entre Agirre e Irujo con Castelao aquella amistad que iba desde la firma en el libro de actas de la Casa de Juntas de Gernika cuando Castelao visitó la Villa, hasta una simpática carta de Irujo a Castelao a raíz de su obra de teatro “Os vellos no deben namorarse” (Los viejos no deben de enamorarse). Irujo le preguntaba el por qué no con ironía y humor.
Yo con un power point, que me hizo María Esther, hablé de Castelao e Irujo pero también de la Delegación del 11 de la Av. Marceau, avenida que, como dato, vivía en ella Balenciaga. Y reivindiqué la figura de Rafaél de Picavea, un empresario de Oiartzun que firmaba como Alzibar, periodista, editor que dirigió el Pueblo Vasco, diario de Gipuzkoa que le echó una mano a Kizkitza tras la muerte de Sabino Arana. Picavea era un monárquico alfonsino que si le rascabas, como decía, te encontrabas con un jelkide, pero el pedía no se le rascara para poder hacer mejor su trabajo de acceso a otros caladeros políticos.
En 1937 puso en marcha Euzko Deya en Paris y estuvo en los inicios de la compra del Hotel en la Av. Marceau, habiendo sido el primer delegado en la capital de Francia del Gobierno Vasco, y desatada la guerra mundial y tratando de viajar a la Argentina, el policía Urraca, se lo impidió en Marsella poco antes de subir al barco. Aquel acto de fuerza le impidió viajar a Buenos Aires.
Hay muchas historias interesantes y al final hubo un coloquio donde se evidenció la importancia de resucitar políticamente a Galeuzka y como decía Xosé Estévez, tener el objetivo claro y trabajar con una estrategia y una táctica de manera continua. Él fue uno de los impulsores de la Declaración de Barcelona en 1998.
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