Miércoles 18 de junio de 2025
David Salinas Armendariz
Este viernes 20 de junio se celebran elecciones a la presidencia de la Federación Vasca de Fútbol. Habrá, seguro, nuevo presidente, pues Javier Landeta no concurre a la reelección, y serán los clubes vascos (como reserva la ley autonómica del deporte) los que tendrán que decidir entre tres candidatos: Carlos Gómez, Aritz Hernández o Iker Goñi. De fondo está la propia concepción de la FVF, el prolongar una inveterada limitación en su capacidad de influencia y liderazgo real en el fútbol vasco, o el acometer de una vez el definitivo avance de la mano de la consecución de recursos en colaboración con empresas privadas e instituciones públicas. Se trata de eso y de la necesaria revitalización de una Euskal Selekzioa sumida en un frustrante letargo, no ya en su camino a la oficialidad internacional, sino en su mera presencia en los terrenos con una continuidad perdida los últimos años.
Tres opciones, tres, con nombres nuevos, pero, sin duda, apreciables diferencias. La de Carlos Gómez es una candidatura continuista (así autorreconocida), que hace suyo un período anodino, con una oposición interna final que se ha evidenciado con la no aprobación por la asamblea del nuevo reglamento electoral. Gómez señaló que sólo se presentaría si contaba con el apoyo de las tres federaciones territoriales, y lo hace pese a no conseguir ninguno de ellos. La no concurrencia de Landeta y que lo haga su tesorero seguramente tiene que ver con el triste episodio de guardar en el cajón el proceso a la oficialidad emprendido por su antecesor Luis María Elustondo, por mandato (aún vigente) de la asamblea de la federación. Las dudas sembradas sobre tal expediente se extienden a otros objetivos genéricos no alcanzados en este último cuatrienio.
Aritz Hernández es 'el hombre de Mardones', el sempiterno presidente de la federación vizcaína, acostumbrado a dar su apoyo de inicio a un candidato y luego retirárselo cuando pretende ejercer realmente. En esta ocasión ni siquiera promueve a Gómez y presenta a Hernández, que desde su empresa ha prestado servicios a las federaciones, lo que apunta a posibles conflictos de intereses. La tradicional oposición soterrada de Gómez Mardones a la oficialidad no augura avances en esa materia por esta candidatura, circunscrita a determinados clubes vizcaínos y con escasos apoyos en Gipuzkoa y Álava.
Quien sí parece con posibilidades reales de contender ante el continuismo de Gómez es Iker Goñi, que aporta juventud y renovadas ideas, tratándose de alguien con preparación en la gestión deportiva y que fue directivo del Athletic con Aitor Elizegi. Goñi ofrece a los clubes cercanía y colaboración constantes para su difícil día a día, formación y recursos, que es lo que necesitan los de los tres territorios, en los que tiene repartidos sus apoyos. Ha puesto sobre la mesa alianzas con relevantes empresas para subvenir a nuevos proyectos, con defensa de la igualdad y el euskera, además de incorporar en su plancha al olvidado fútbol sala. Puede afirmarse que la alternativa de Iker Goñi es la única que apuesta firmemente por la oficialidad de la Euskal Selekzioa, en un momento en el que la legislación ha propiciado su consecución en pelota y posiblemente en otros deportes, por qué no en el fútbol.
La Federación Vasca de Fútbol tiene que aspirar a ser algo más que un protocolario 'lacito verde' y asumir su papel de real catalizador del fútbol vasco, que defienda los intereses de todos sus estamentos, de los clubes, pero también (como la ley exige) de jugadores, técnicos y árbitros. Y de los propios aficionados. La FVF es, tiene que ser, la federación deportiva más importante de Euskadi, y necesita implementar más políticas de actuación y estar en disposición de proporcionar recursos económicos, formativos y de servicios a todos sus agentes, incluida esa Selección verde que una mayoría social quiere ver competir internacionalmente como en otros deportes con arraigo en nuestra tierra.
El día 20, 84 clubes deciden el próximo rumbo del futbol vasco. Que al dar su voto piensen en una comunidad unida de intereses, y en afrontar un reconocible impulso.
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