La clase política española, la que vive en Madrid, se siente muy orgullosa de como se llevó a cabo la transición del franquismo a la democracia denominada por Francisco Umbral como “La Santa Transición”. Algo intocable. En el análisis no se dice que además hicieron falta treinta años para que se aprobara una ley de la Memoria Histórica, que sancionada, sigue sin cumplirse y cuando el juez Garzón toca este asunto diciendo que aquello fue un genocidio y que los genocidios no prescriben y que las fosas comunes tienen que ser abiertas, lo más cutre de la derecha no democrática lo denuncia y la denuncia prospera.