Para conocer someramente el conflicto de Kosovo con Serbia y de toda la compleja situación del problema de los Balcanes del que Kosovo es el último episodio, por ahora, es imprescindible entrar en la historia del Imperio Otomano al menos desde el s.XIII en adelante.
Además del Imperio turco, la concatenación con el imperio zarista y del austrohúngaro, las diversas religiones, los avances y retrocesos de unos o de otros, de sus zonas de influencia en el amasijo de pueblos, no sólo eslavos, de esos territorios son elementos que definen por qué los griegos o los serbios permanecen ortodoxos, o los eslovenos, húngaros o croatas son católicos o por qué los bosnios, que eran bogomilos, una especie de cátaros perseguidos por los cristianos y protegidos por el sultán, son hoy musulmanes, y por qué se perpetúan los odios religiosos entre, por ejemplo, croatas, serbios o bosnios, gentes étnicamente idénticas, que hablan idéntica lengua y que sin embargo periódicamente se matan unos a otros y se odian cordialmente siempre.